De Corea y Japón mostramos gusto refinado, dominante esencia pop, sonoridad de metrópoli y producción impecable.
Siendo lenguajes difíciles para los hablantes de castellano, una vez que superamos la barrera de la familiaridad, es posible disfrutar de cosas interesantes en estos temas, como una buena rítmica de rapeo o esa pureza tan propia de la música producida en los niveles más elevados.
Posiblemente pocos sitios puedan proveer ese pop de multitudes y televisión con tanta naturalidad como el que sale desde Corea y Japón. Y lo más interesante de todo, al menos para nosotros, es que logra sorprender porque aborda muy bien otros géneros de nuestro gusto y en general algo suma.
Tengo la sospecha que, pudiendo tranquilamente hacerlo, a los coreanos y japoneses no les interesa cruzar el pacífico para invadir culturalmente la capital mundial del entretenimiento. Doy por hecho que no les resultaría difícil quedarse con todo, pero aún así no lo hacen.
Debe ser que se la pasan mejor entre ellos.
